¿Qué estoy esperando? Porque definitivamente lo espero, pero, ¿qué? Ya no es una suposición, es una llamada a gritos. No solo mi mente, sino también mi alma y mi corazón reclaman airadamente por ello.
¿Qué es? Una pista, por más banal e insignificante que sea, me ayudaría a avanzar en esta búsqueda. La sensación de vacío en mi interior no se puede llenar con nada que ya haya intentado, y por eso me desespero. En cada rincón he buscado aquello que aún no se qué es, lo cual lo hace más terrible.
El vacío se transforma en dolor, y el dolor penetra en mi corazón como el cruel frío de invierno consigue penetrar en mi piel. El dolor nubla mis sentidos y dificulta enormemente mi búsqueda. Cada contacto se sucede sin importancia, carente de emoción.
Entonces lo comprendo. No estoy buscando un algo, sino un alguien. No es un qué, es un quién. ¿Quién será la persona que motiva mi espera, que alienta mi búsqueda? ¿Acaso serás tú? Si lo sabes, dímelo por favor, si eres tú llámame, grita mi nombre, pues este inmenso dolor no me deja ver, y ya no puedo seguir así.
Y mientras no contestes, seguiré buscando, seguiré esperando… Por siempre.
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